Sobre la Soledad (VI)

domingo, julio 27, 2008

Cuando regresé de comprar chocolates, te encontré jugando en la computadora, Hola, dijiste. Te paraste, te acomodaste la falda, pusiste los lentes en su lugar y me miraste desconsolada, A veces escribes cosas tan tristes, terminaste.

Me acerqué a donde estabas, pero levantaste la mano deteniéndome, No debes ver esto hasta que me vaya, Y cuándo te irás, Eso lo decido yo, concluiste.

Me sonreíste y te sonreí también. Esa complicidad era única, porque no existía una confianza de por medio.

Cuando te fuiste, me acerqué a la computadora.

Un gran respiro es lo que todo ser humano necesita luego de estar en el mar durante mucho tiempo. Llena tus pulmones antes de sumergirte de nuevo...

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