Sobre la Soledad (III)

domingo, julio 20, 2008

Me distraje por un momento y ella entró por la ventana. Bonito traje, dijo, Gracias, contesté, A dónde vas, A buscar mi suerte, respondí tajantemente, Puedo acompañarte, sugeriste, Y hacer así una de esas paradojas contigo misma, respondí como un disparo.

El hecho es que Soledad me miró y dibujó una sonrisa tímida en su rostro. A veces solemos construir nuestra identidad en base a alguna agonía, no es verdad, dijiste, Si de identidades hablas, contesté, me gustaría saber cómo te defines y cómo es que puedes hablar de tu propia existencia, si te resumes en una palabra que es sinónimo de ausencia.

Soledad se descolgó de la ventana, se acercó a mi radio y colocó música. Comenzó a sonar una tonada andaluza.

Prefiero definirme con esto, dijo mientras se acercaba, prefiero que la gente no pueda definirme, porque cuando me necesiten, no tendrán que darme explicaciones de por qué me difamaron o halagaron alguna vez, hizo una pausa, bailamos, dijo finalmente.

Ese día aprendí a bailar la soledad con Soledad.

Y la melancolía se fue entreversando con todos esos sonidos que parecían ser el motivo de la música.

Soledad seguía con esa tímida sonrisa, mientras se rendía tímidamente -también- a mis comentarios sobre sus zapatos y sus aretes...

1 aportaciones:

Anónimo dijo...

Noe.. realmente no puedo creer todo lo que escribes.... es grandioso!.. Felicidaes che!... segí asi.. es raro ver a alguien asi por estos lares.. jeje
Saludos.
Vane