Sobre la Soledad (V)

sábado, julio 26, 2008


Cerraste la puerta muy despacio. Caminaste apoyándote en tus medias azules y tu saco blanco rozó las medallas que obtuve con el pasar del tiempo. Tu bufanda se llevó consigo algunos cartones que relataban mi leyenda personal y bajo tu sombrero escondiste algunos dulces que dejé en la mesita de noche. Apagaste la luz y te sentaste al frente del ordenador. Jugueteaste con el ratón y presionaste unas cuantas teclas a ciegas en el teclado. Te diste cuenta que escribiste mi nombre y rápidamente escribiste el tuyo como un reflejo. Todo estaba apagado, pero aun así volviste a tantear las teclas y, como un pianista, ejecutaste una obra maestra y en cuestión de segundos tuviste a todas las pelusas del cuarto volando y siguiendo ese ritmo que sólo tú logras sacarle al teclado. Volcaste y me miraste. Aún estaba dormido, aunque mis dedos se movían todavía al ritmo de tu música.

Despierta, dijiste. Despierta, repetiste. Te levantaste de la silla y caminaste un poco rodeando la cama. Te agachaste un poco y sacaste las sandalias que estaban debajo de la cama. Colocaste en ellas una nota, Espero la veas, pensaste, y saliste del cuarto como entraste.

Al amanecer, vi la portátil abierta y a mis sandalias con un papel arrugado.

Todas las historias de amor están conectadas entre sí, porque el sentimiento que estas historias protegen es tan grande e infinito que ocasionan estas visitas esporádicas.

No me hagas venir de nuevo.


4 aportaciones:

Anónimo dijo...

Muy bien.

Anónimo dijo...

Sólo hay algo que necesito saber...

Es esta soledad la misma que a mí me visita y que no es nada agradable o es que debo pensar que la soledad que describes es alguien más?

Memo dijo...

No sé qué Soledad te visita, rigelira.

Pero no puedo definirla como una persona... personificarla tal vez.

Cada quién con su manera de describir un sentimiento, no es verdad?

Anónimo dijo...

cierto