Sobre la Soledad (IX)

martes, julio 29, 2008

De qué sabor es, De mango.

Pusiste el vaso sobre el mantel, mojaste un poco la madera. Inmediatamente te diste cuenta y lo quitaste, No importa, te dije, cuántas veces lo habré dejado yo ahí. Me echaste una mirada curiosa y no pude evitar reírme, Oye, reclamé, eso no es justo, yo no tengo ojos en la espalda como tú, Intuición, respondiste, intuición, Como quieras llamarle, no merezco que me hagas esto cada vez que miento para que no te preocupes tanto, Como si no supiera cuando me mientes, dijiste.

La madera se había mojado de todos modos.

Te sentaste al frente mio y me pasaste el vaso. Contenía yogurt de mango, mi favorito. Es el elixir de la vida, me dijiste, Por qué, Tú lo sabes.

No evité ruborizarme. A veces también eres cruel conmigo, atiné a decir, mientras que mi sangre llegaba a la raíz de mi cabello, No es crueldad, más que nada, continuaste, es para que te des cuenta que la necesitas, Con yogurt me vas a convencer, pregunté irónico, Empecemos con lo importante, y luego iremos a lo urgente.

Bajé la cabeza.

Sabe a sus besos, lo sabes, verdad, dije en un susurro, No fue fácil escoger el sabor, pero lo supuse.

Y es que no teníamos nada en común, pero Soledad siempre tenía la carta... la carta que faltaba en la mesa para destruir mi juego y ganar todo el bote en el poker de las emociones.

Y siempre retornaba con más fichas, mientras que ella sólo jugaba cuando sabía que iría a ganar.

Y ganaba...

0 aportaciones: