Una taza de café...

domingo, enero 31, 2010

Pusieron una mesa de cristal entre los dos, una tasa de café para ti y una botella de gaseosa para mí. Para variar un poco el asunto, nos presentaron a ti y a mí -suena a poesía, pero fue un encuentro totalmente casual-; sonreíste y te miré un poco exaltado.


Simpática.

Cuando levantamos las bebidas, no sabía si decirte Salud, Brindemos, o alguna otra palabra.

Espero no haya pensado que mi silencio fuera algo malo.

Porque su silencio generó expectativa.

Prosa (II)

jueves, enero 28, 2010

Tu tranvía salía por la tarde, o eso era lo que decía el boleto que compramos la anterior tarde mientras caminábamos por aquel parque donde nos conocimos, donde por primera vez nos tomamos las manos, donde un día cualquiera comenzó a llover y nos resfriamos por docena junto a toda la gente que, conmocionada, nos veía platicando en una banca bajo esa catarata caída del cielo, un cielo que hoy no es más que un retazo de alguna pintura de Dios, un bosquejo de algún ángel o tal vez, lo más probable, el reflejo en tiempo real del humor de alguno de los dos; claro, las nubes se paseaban como si estuviésemos pastoreándolas a lo largo del horizonte, como si no tuviesen voluntad propia, como si su existencia dependiera netamente del movimiento de un dedo o de alguna clase de deseo... lo único que deseo realmente en este momento, es que el tranvía se atrase unos cuantos minutos, ya que la prosa ya no me alcanza para distraerte por mucho tiempo más....

Carta

domingo, enero 24, 2010

Qué te puedo decir. Hoy me siento un tanto apenado. Tal vez fue por la comida de las doce, el postre que nos sirven desde hace días o la mala calidad de las servilletas -he tenido serios problemas en la mesa últimamente por su causa-.


No, mi malestar no es por la comida.

He perdido mi cortauñas en alguna parte. Pienso que no es una coincidencia, ya que el uñero que tengo escondido en alguno de los dedos que mi pie tiene para ofrecer me despierta de las constantes pesadillas que he tenido -y tengo-. Las largas uñas de mis manos hacen un típico pero no tan agraciado contraste con esta barba seca de días y días de tampoco encontrar la navaja de afeitar, -tal vez soy yo el que esconde todas las cosas; uno nunca sabe-. A decir verdad, estoy listo para tomarme una foto para algún tipo de portada de libro, ahora que está de moda el realismo y el pesimismo.

Mi apariencia no refleja del todo mi estado de ánimo. He fijado una cita con el estilista para las cuatro de la tarde del lunes que viene -es para cortarme el pelo, no te asustes-. Seguramente hará un escándalo de todo esto y hará reír a más de uno con su idiosincrasia -o tal vez tiene hartos a muchos ya-.

Sé que tengo los días contados; para la muerte, para dejar de trabajar, para por fin tener el doctorado en mis manos, para encontrar a la mujer que no pueda inventar, para pelearme con alguno de mis amigos, para lograr grandes cosas, para terminar de decirte tantas otras. No te aflijas con el comentario de la mujer; simplemente es una abstracción. Sabes que te quiero a ti por sobre muchas cosas -si digo todas, es casi seguro que me excomulgan de algún lugar y hoy no quiero problemas-.

Sinceramente, hoy no sé por qué amanecí así. Estoy seguro que es porque se me olvidó algo, o se te olvidó algo. Paulatinamente me he hecho malo para recordar fechas, dado a que no existen días para recordar últimamente. Pero estoy seguro que algo pasó por este rango de días.

Tal vez son de esas cosas que uno no se olvida, pero que tampoco recuerda, sino que son parte de la vida de uno.

Aunque sé que cuando lo recuerde, o moriré de pena o me alegraré rotundamente. Los extremos sí son una de mis especialidades y sé que esta no será la excepción.

No me queda más que esperar; es posible que una sonrisa tuya o algún dejo de indiferencia despierten en mí curiosidad. Como es costumbre, sé que sabes de qué estoy hablando y no descansarás hasta hacerme recordar.

Me despido, cordialmente.

N.C.

Confesión

miércoles, enero 20, 2010

Ya van muchos años repitiéndote las mismas cosas. No dudo que ya te hayas cansado o aburrido. Es todo el material que tengo y generar nuevo implicaría engañar mi manera de ver el mundo.


Tal vez es una visión un tanto mediocre de la evolución.

O es simplemente el hecho de que aun no encuentro una fuente confiable en quién depositar mis pensamientos.

Es posible que algún día, muy lejano o medianamente cercano pueda, no liberarme, sino pensar que el mundo puede ser diferente sin ti.

Espero nunca llegue ese día.

Lluvia (IX)

lunes, enero 18, 2010

Debería volver a casa;

esta banca me recuerda a los viejos días
donde me sentaba a esperarte;
a que dejes de ocultarme el sol
y me fabriques la luna.

Ya no tengo la flor que te iba a dar.
Se fue en predicciones baratas,
en una clase de suerte sin blanca sin ganadores
y sin premios.

Hoy es un día cualquiera,
ya no tengo la misma cara...
me maquilló la apatía.

Y es que son tantos meses sin rozarte
que en la víspera de un encuentro
me veo rodeado de pétalos
encerrado en un cuarto con cortinas
fingiendo que es de noche para que sea un nuevo día.

Hasta que la lluvia comienza a caer,
sintiendo que cada gota
son tus pasos alejándote uno a la vez.

Siento que cada rayo de luz
es un hasta luego.

Y cada grito fugaz
es un adiós.

¿Vendrás por mí?

Lluvia (VIII)

sábado, enero 02, 2010

No te sientas triste

que alguien más, ahora
está llorando por ti.

No te alegres demasiado
que eso sí,
nadie reirá por ti.

Simplemente
sé como eres
que brillo das bastante...

[y muchos buscan tu luz]