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Somos producto de un pasado
de un eterno retorno
de sabias palabras
de burdos consejos.
Tenemos pintados los colores
de la bandera que utilizas para defender tus creencias
de tus ojos que en nada creen
de tu paleta abandonada en la esquina de tu habitación.
Quizás
ya no me necesites
porque los gallos pueden despertarte mejor que yo.
Quizás
ya no me necesites
porque fulanito te arranca una sonrisa mejor que yo.
Quizás
ya no me necesites
porque todas mis anteriores tareas están tomadas.
Quizás ya no me necesites
porque ya no quiero ser más alguien de quien se dependa
sino alguien a quien se quiera.
Sin embargo
tengo el suficiente valor para admitir
que tengo miedo de mirar atrás
de convertirme en piedra y aún así
no resignarme a perder una oportunidad más.
No basta cerrar los ojos
estirar las manos, tirarse en el suelo
como los libros y las canciones indican.
Si fuera suficiente
tú y yo estaríamos lo suficientemente cuerdos
para decir las cosas tal cual son
y sin dar tantas vueltas.
No basta escribir un libro
plantar un árbol,
como se lee en los objetivos de vida.
Si fuera suficiente
tú y yo estaríamos lo suficientemente cuerdos
para escribir un árbol y plantar un libro
y recoger el fruto de nuestras palabras y el rastro de nuestras sombras.
No bastan todas estas palabras
las comas, los puntos, las metáforas
como estipulan las reglas maltratadas de la narrativa.
Si fuera suficiente
tú y yo estaríamos lo suficientemente cuerdos
para describir el mundo perfecto sin contar con el otro
para dejar de planear un futuro y punto.
Me gustaría
que te recostases conmigo todas las noches
me mires a los ojos como a un extraño
y me abraces sin tener miedo a lo que pueda suceder después.
Porque te protegería siempre...
De todo mal, supongo.
Somos producto de un pasado
de un eterno caminar
de unas cuantas palabras...
de muchos experimentos...
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