Du Sucre

viernes, junio 20, 2008


Un peu de sucre, s'il vous plaît?

Eso me dijo cuando le entregué el café. Me miró extrañada, adivinó que no era de la ciudad, siquiera del país. Ladeó un poco la cabeza y me escudriñó con sus ojos verdes. Hizo una seña para que retrocediera un poco, movió sus uñas con gracia -eran rojas- y levantó un poco más la mirada.

También ladeé la cabeza un poco, para que viera mi mejor perfil y para esconder una espinilla que tenía bien reservada para una cita en la noche frente al espejo. Cerré un poco los ojos para que se vieran mis pestañas y evité la pose clásica de perfil egipcio para que no notara lo extravagante que era mi nariz. Subí un poco las manos para que ella notara su firmeza, no percaté que traía conmigo Le Menu y que este era tan grande como mi pecho. Simulé una pose típica de mesero de café, con el peinado tipo Mar Rojo en épocas bíblicas y una mano al cielo queriendo contar las estrellas -mas estaba pidiendo que apuraran el pedido de la mesa 2 porque estaba retrasado y el cliente me miraba como Chaplín en búsqueda de venganza-.

No me percaté que ella había vuelto a la taza de café y al asunto de Le sucre. Tampoco me percaté que lo había dejado todo allá, en Sucre... varias de mis muecas, varias de mis bromas... dejé mi pelo allá y lo único que me quedó fue ese miserable gel que nos regalaban todas las semanas en el restaurante, la paga mínima más las propinas y alguna mujer en el sofá esperando por otro café, más personal, más tinto... que el agua con color que vendíamos acá...

Entonces entendí lo que me decía en su lenguaje de señas...

Las leyendas eran ciertas, dijo en un tosco español, realmente eres quien dicen.

Azúcar y café no fue lo único que le aumenté a Le Menu aquella noche... Cucharadas más, o menos, en aquella soledad, lo que sobra son ingredientes.

Falta quién cocine...

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