Presiento que he buscado lo encontrado
contigo o migo, rebuscando la simplificacion
el resuello que queda en la ventana
y el sol que se detiene
para fragmentar su luz en tu aliento
En tus lentes
busco la oz que mi martillo necesita
la bandera del país que quiero mandar
el mundo que quiero destruir
Para gobernarte sólo a tí.
Gobierno
viernes, mayo 30, 2008
Relacionado con: Palabras
Leyenda
Las leyendas personales son buenas a veces. Te ayudan a creer que lo puedes todo y que todo es sencillo. Las enseñanzas que te dejan, los recuerdos que conservas y todo aquello que ahora consideras perdido, estará ahí por siempre, aunque siempre no implique un tiempo presente.
Cuenta una historia, que cuatro personas, dos ajenas y dos mutuas, desde cualquier punto de vista posible, se encontraron en una dimensión diferenciada por las costumbres; ellos, intentando ser ellos y ellas, queriendo ser ellos. Al final terminaron siendo dos Nosotros. Demasiado comentados, demasiado perseguidos, pero Nosotros al fin y al cabo.
La costumbre, como el ocio, es la madre de todas las perdiciones. Tal vez, y sólo tal vez, el tedio de amarse todos los días fue el detonante clásico de la ruptura, aunque, ambos bandos, los desconocidos y los no ajenos, sabían que el fin llegaría tarde o temprano, como en toda historia romántica. Algún día la vela se tiene que apagar.
Sin embargo...
Sin embargo, sabemos que los cuatro, en algún momento del día, en un momento de locura, se recuerdan, con odio, pasión, venganza, ternura, rencor, cualquiera. Viven y no dejan vivir.
Relacionado con: Historia
Daniela
Un acorde sonaba a lo lejos, mientras que una villa saturaba el paisaje con sus colores y las pinceladas imperfectas del tiempo. Buscabase en la villa a una niña.
Llamabase Daniela. Mientras tarareaba la canción q viajaba con el viento, sus pisadas se hacían diminutas con las bofetadas de arena q daban las circunstancias, un poco de humedad y la picardía de la gravedad nublaban los restos de un posible paraje.
Los villeros, en su nerviosismo, juraban haberle dado la vuelta al mundo buscando a la niña. Sólo habían caminado en círculos.
Lentamente, Daniela fue perdiendo las fuerzas. Quedó dormida en un pedazo de tierra que imaginó ser su cama y posó su cabeza sobre una hormiga. Un intento fallido de peluche.
Se dio la casualidad que alguien pasaba por ahí. Y eras tú, llevando la música de la villa en la piel y un poco de su cultura en un pequeño plato de comida. Casi mueres del susto cuando viste a Daniela tendida boca abajo, en la tierra. Te alegraste luego.
Al parecer la hormiga había dado aviso a las demás, dado a que la encontraste rodeada por un gran y diminuto ejército. De repente, comenzó a llover. La humedad había logrado su objetivo.
Te mojaste, te protegiste bajo un árbol, pero Daniela y las hormigas seguían ahi. Pensaste y viste que no tenías mas remedio. Terminaste tu comida, dejaste un poco a las guerreras y cubriste a Daniela con tu vasija. Era tan tierno ver que cabía...
Daniela despertó al día siguiente... Y continuó su camino... Ahora acompañada de su propia legión y un gusto a villa y música que no se lo quita nadie.
Lo que nadie sabe... Es que una de las hormigas, que cuenta esta historia, prefirió irse contigo a recorrer el mundo, a escucharte y a defenderte o simplemente acompañarte. Sólo te pido algo. Déjame vivir en tu cabello, para escuchar aquella música...
Por siempre.
Relacionado con: Historia
Vida Cotidiana
Existen ocasiones diversas en nuestra vida cotidiana.
Querer es una de ellas. Recordar también.
Expresar el cariño con palabras es la manera más próxima de alcanzar la perfección. Tal vez Dios no nos deje traspasar aún esa línea que nos divide entre intentar describir una realidad y materializarla. Tal vez no es Dios el que nos lo impida. Tal vez somos nosotros mismos. O nuestro miedo. O simplemente sean esas ganas que le tenemos a esos chispasos de alegría contundentes que marcan, no épocas, si no lapsos de tiempo donde, a pesar de estar en las nubes, pisamos tierra firme.
Y qué decir cuando te piden una opinión personal acerca de un tema tan trascendental como la manera que actua una persona o su verborragia frente a alguna situación? Y que esa persona sea a la que más admiras en este mundo? Admiración por qué primeramente; admiración Porque Me Escucha. Y no digo que ponga oido y silla para que yo hable.
También me trae el vaso de agua para mitigar el cansancio de mi lengua cuando termina de expresar una idea.
Noé Caballero
Relacionado con: No-Rutina
Alas
miércoles, mayo 28, 2008
Deberían dejarnos volar libres desde el nacimiento...
Para así poder aprender solos lo que es tener alas y no simplemente acomodarnos las plumas cada vez que el viento nos revuelva la conciencia.
¿Supervivencia quizás? No, más bien, un método de aprendizaje continuo; a nadie le gusta caer, pero es peor que mientras se vuele alguien más estiré su ala invadiendo nuestra libertad, nuestra visión.
Nuestros sueños.
¿Quién osaría retarnos si no hemos sido totalmente contaminados por esa avaricia del acaparamiento de la verdad absoluta, de una verdad que intenta regir a todos y premiar tanto como castigar por igual a quienes la siguen o no?
Quién osaría retarnos entonces si tenemos fijo el pensamiento de que todo es posible si se quiere, en el marco, tanto de volar, de soñar, de escapar de esa verdad absoluta.
Pobre sí el que intente desafiar el sistema.
Será reemplazado, inmediatamente la tribu se dé cuenta que no es como los otros, por alguien más astuto -tal vez-, más osado -quizás-, o simplemente siguiendo las Leyes de la Vida -por lo general- que pueda satisfacer otras necesidades más banales y rutinarias.
Así hasta que la evolución decida quién debe extinguirse.
Noé Caballero
Relacionado con: No-Rutina
Propaganda
Ayer en un momento de relajación y vagancia, me encuentro con una dirección interesante:
Lo encontrado en un Pop-Up de MSN.
Un post que más que nada publicita un blog de una amiga (hola Eudaimonia... oh, bueno, así firmas) y que demuestra que actualizo este blog también.
Un saludo y visiten la página!
Relacionado con: Blogs, Propaganda
Federica
Uno de los mayores placeres de la vida era acostarse sobre una cama con las sábanas tirantes, hasta que tú llegaste.
Nos conocimos en la intersección de una avenida con un callejón, allá cerca del fin del mundo, o mejor dicho, de tu casa. Ibas en zancos y vestías con unos pantalones extremadamente largos, que llegaban al suelo para esconder las maderas que te sostenían por los cielos y en tu cabeza colgaba una peluca que no escondía para nada tu cabello dorado. Claro, me dije, cómo iba a esconderlo si la peluca era más negra que mis recuerdos. Tal vez la intención no era ocultar, si no contrastar.
Como un pirata, a ojos vendados y con un loro como conciencia, me acerqué a ti en mi pequeño auto, blanco como tu sonrisa y malgastado por el tiempo; era de esperarse, dado a que el cacharrito tenía unos años más que yo. Cuídense, mortales, gritabas, cuídense, que Dios ha muerto. Ante tales extravagancias, y viendo que el rojo del semáforo se hacía tan largo, el lorito verde aquel que me hablaba cuando le parecía, me susurró al oído que te dé mi atención. Parece que lo mataron los hombres, continuaste vociferando. Mis ojos, nublados no por los parches, si no por el sol irritante de la mañana, me decían que habían otros iguales mirándolos fijamente. Cuando por fin el semáforo cambió a verde, avancé de manera rutinaria, ignorando el aviso anterior de los ojos y esas cosas. Casi atropello al niño que había limpiado mi parabrisas. Le arrojé una moneda y me fui directo a casa.
Dios ha muerto. Parece que lo mataron los hombres. Era una novedad muy interesante, tal vez de las pocas que por pasar desapercibidas, resultan catastróficas a la hora de tomar decisiones. Indagué un poco en el tema, pero en la constante búsqueda de respuestas, el simple hecho de que hayas usado una peluca negra para apagar el dorado de tu cabello me extrañó bastante, así que tomé la decisión de volver al día siguiente al lugar aquel.
Me escondí en el callejón, para que me toque el semáforo en rojo justo cuando pase. Haciendo algunos cálculos mentales, deduje que tenía que esperar dos minutos para que el ciclo tricolor terminara. Haciendo amagues entre salir y quedarme resguardado en la acera del callejón, alguien tocó ligeramente la ventana del pasajero con sus nudillos. Me asusté y torpemente aceleré sin haber movido la caja de cambio… y te reíste al otro lado, tras del vidrio. Abrí la ventanilla y entró aquel calor insoportable de las mañanas, A quién esperabas, preguntaste, A ti, a quién más, atiné a contestar, Qué es lo que quieres, Quiero saber cuál fue la causa de Su muerte, Ya lo dije, lo mataron los hombres, Dijiste que parecía que Lo habían matado los hombres, cómo tienes la certeza. Apenas hube terminado la pregunta, tú te habías ido corriendo hacia el comienzo de la fila de autos esperando a que el semáforo cambiase de color, Que nos parezca falsa toda verdad que no traiga consigo al menos una alegría, comenzaste a gritar, mientras te subías sobre las maderas esas, Que nos parezca falsa toda verdad que no traiga consigo al menos una alegría, repetiste. Alcancé a meterme entre la hilera de autos del carril central. Podía ver tu pelo, que ahora estaba totalmente rojo. Parecía adornado con caramelo seco, tipo extensiones. Avanzaste hacia mí, pero pasaste de largo, parándote dos autos más lejos, replicando el mismo mensaje. El semáforo cambió de color, y tuve que acelerar como cualquier otro mortal. Busqué una calle perpendicular, para poder dar la vuelta y volverte a ver, pero la avenida era una recta infinita en el plano con un solo destino; a casa.
La mañana siguiente, las horas antes del medio día me dieron la bienvenida con una llovizna. Me apresuré al salir para llegar unos minutos antes y enfrentarte. Volví a pararme en el pequeño callejón, esperándote sin querer bajo un pequeño toldo de una tienda. Atento a todas las ventanas del auto, no me percaté que estabas justo al lado mío. Qué haces, dijiste, y volvía a saltar del susto, Nada, acá comprando... me fijé en el letrero de la tienda que ponía, Acá se venden vidas. Comprando vidas, preguntaste, No exactamente. El color rojo de mi nariz me delató al instante, Me alegra que hayas venido, Quién dijo que vine para verte, Me lo estaba diciendo tu nariz, pero ahora también me lo dicen tus orejas y tu largo cuello. No me vi en el espejo retrovisor, porque me vi reflejado en su traje, que tenía una lámina que reflejaba difusamente lo ocurrido en el mundo. Estaba justo en su estómago. A qué vienes, Vengo a preguntarte por qué una verdad tiene que traer consigo una alegría, Si no la trae, pues no es una verdad, Pero eso ya lo dijiste. Cuando iba a continuar, observé que me fuiste dando la espalda lentamente. Tal parece que nunca me darás una respuesta, verdad, verdad… Mis gritos ya no podían opacarla. El semáforo había cambiado de color, y ella, prominente y llena de toda la atención, comenzó a decir con un tono irónico, Por ser irrefutable ha de ser verdadero, esperó algunos milisegundos y replicó agresiva, Necio, Necio. Cuando el semáforo cambió, me percaté que nadie se movía; nunca había habido tanta gente junta en esa intersección. Ella, por otra parte, veía como su vestido reflejaba la poca luz del sol, que en el pelo tenía una gran mariposa de plástico que recogía sus mechones dorados y una de sus manos llevaba un bolso verde, pequeñito. Al ver que nadie se movía, a pesar de que el verde del semáforo los invitaba cordialmente a moverse, decidiste quedarte ahí parada. Tu bolso cayó de las manos, miraste al cielo y dijiste, Cuando hay mucho que poner en ellos, el día tiene cien bolsillos. Lo dijiste y te fuiste. Cuando todos los autos abandonaron el lugar, bajé del mío y recogí el pequeño bulto verde que habías dejado.
Fue un camino largo a casa. Busqué entre la jungla de cosas que habían en el compartimiento del pasajero, algún indicio de tiempo. Mi reloj no aparecía hace días, y pensaba que tal vez podría estar ahí, respirando oscuridad y desorden, Cuando hay mucho que poner en ellos, el día tiene cien bolsillos. Frené el auto de manera abrupta. Qué haces acá, Dejaste la puerta abierta, además, tienes algo mío, dijiste, señalando tu bolso verde casi cubierto por mi basura, Te lo iba a devolver mañana, atiné a decir, Qué te hizo pensar que no lo recogería, La verdad… la verdad no lo sé, Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal, Qué dijiste, Lo que escuchaste, Explícamelo. Volviste al lugar donde te habías escondido. Los asientos traseros del coche tenían un espacio considerable entre el asiento en sí y el suelo, dándote a ti, de estructura delgada, un escondrijo perfecto. No esperas a que vuelva a la intersección, verdad, No, no espero nada, Entonces qué haces ahí atrás, por qué me dices esas cosas, cuál es tu motivo, Por qué volviste luego que te di la noticia de que Dios estaba muerto, Porque me dio curiosidad… porque no podía concebir la idea de que dijeras aquella cosa extraña y extravagante… porque no podía olvidar tu cabello oculto luchando por salir y tomar la energía de los rayos del sol... Porque no podía olvidarte.
Los pensamientos son las sombras de nuestros sentimientos. Tu voz se escuchó distante, porque mientras pronunciabas esas palabras, pisé el acelerador a fondo y la avenida infinita se hizo tan corta como nuestra vida en este planeta. Abrí las puertas del auto, salimos corriendo –a pesar de que todavía estabas de zancos- y entramos a la casa.
Decía, al comienzo de este retazo de memoria, Uno de los mayores placeres de la vida era acostarse sobre una cama con las sábanas tirantes, hasta que tú llegaste. Y en cierta parte es verdad, porque después de aquél día, donde el bolso verde terminó perdiéndose bajo los escombros de lo que alguna vez fueron cosas útiles, tú y yo no nos separamos más.
Y es que la única diferencia de ese día y hoy, es que siempre existe una excusa nueva para comenzar de nuevo. Bueno, tal vez no sea una excusa nueva, propiamente dicha. Es posible que podamos definirla como una Nueva aventura, o algo así. Porque siempre que terminamos de amarnos con locura, te vas sin tender la cama.
De ser un pequeño detalle, ha pasado a ser un tema de discordia cada vez que te metes al auto sin avisar y tomamos la vía infinita hacia nuestro altar.
Por qué siempre te olvidas de tender la cama, sabes que salgo tarde al trabajo y no tengo tiempo para hacerlo… apenas llegamos hoy y, si seguimos la cuenta, van más de tres semanas sin que pueda dormir en una cama con sábanas tirantes. Callaste algunos segundos, y contestaste con estas palabras, La ventaja de tener mala memoria es que se goza muchas veces con las mismas cosas.
Frené el auto en seco de nuevo, te miré a los ojos y dije, En la venganza, como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre.
Luego de ello, nos dimos cuenta perfectamente que, una Federica como tú y un Federico como yo podíamos convivir en un mismo techo, viajar en un mismo auto y amarse en una misma cama.
Eso sí, siempre teniendo la esperanza que nunca se nos olvide la capacidad de sorprendernos.
Noé Caballero
Señor Presidente
lunes, mayo 19, 2008
Señor Presidente
Hacia dónde señor, Hacia la derecha, Muchas gracias.
Se acercaron a la comitiva que bajaba del avión y le dijo en tono imperante, El señor Presidente la espera a usted y a su grupo, Pierda cuidado, delegado, contestó, es una cuestión de minutos. Más imperante fue el perfume que el viento arrastró por todo su horizonte, moviendo nubes de incertidumbre y socorro. Los voluntarios habían bajado del avión y el señor Presidente estaba aguardándolos en el Hall improvisado del aeropuerto.
Con la mirada en el suelo, el señor Presidente estaba sentado de espaldas a su silla imponente, endureciendo sus manos contra sus sienes y buscando el limpiador de sus lentes. Cada día se le nublaba más la vista de su ojo izquierdo debido al glaucoma, haciendo más dificultosa la tarea de escribir, dado a que era zurdo. Su oído derecho fue también deteriorándose, no con el tiempo, si no con las constantes tristezas que aquejaban su mundo; tanto el que tenía que gobernar como el que lo gobernaba a él, en cierto aspecto. Siempre en cocteles oficiales decía que su problema se debía a un resfriado mal curado, o a un golpe muy fuerte en la cabeza, o tal vez, en los momentos más ocurrentes, decía que había sobrevivido a una parálisis. Lo cierto es que todas tenían algo en común; podríamos decir que el problema era a un vacío mal curado, un golpe fuerte al corazón y tal vez, en los momentos más analíticos, se decía que había sobrevivido a una traición.
El señor Presidente se caracterizaba por una entrada profunda en su cabeza; la calvicie era algo –lo poco- de lo que no pudo escapar. Así también lo alcanzó la vejez y la soledad, una tras de otra. Había estado gobernando más de 8 años, contando este y los que vendrán seguramente. Su mandíbula se había deshidratado a tal punto de hacer sombra en torno a su boca. La barba ya no era necesaria y lo consideró bueno; nunca aprendió a afeitarse correctamente. Sus manos habían renacido después de varios meses de estar anquilosadas bajo el efecto de la tristeza. El señor Presidente solía escribir mucho, tanto en reuniones oficiales, diarios, momentos de campaña electoral –a pesar de ganar siempre con una mayoría abrumadora- y en cocteles oficiales; cuando no podía seguir el hilo de lo que hablaba la gente poderosa, él simplemente se recogía y se iba a un balcón cercano.
Su mirada cambiaba según su estado de ánimo; sus ojos eran cafés la mayoría del tiempo, verdes cuando miraba para sí y de un negro intenso a la hora de tomar una decisión. Nadie sabe por qué, ni cómo, pero el presidente, el señor Presidente, desde que ganó la última elección, se hizo colocar lentes de contacto transparentes, y parecía un fantasma a la hora de recorrer el palacio, Me han robado el alma, decía cuando le preguntaban, me la han robado y no sé cuándo la voy a recuperar, La considera en pena, señor Presidente, preguntaban los periodistas, En pena no, contestaba sonriendo, simplemente la considero como un objeto perdido, Un objeto, señor Presidente, Sí, un objeto, Y por qué dice eso, Porque ahora soy un desalmado. Siempre concluía así. Las únicas veces que vimos al Presidente quitarse esos lentes son las pocas veces que baja al sótano de la Casa Presidencial. Nadie sabe por qué va ahí.
La estatura nunca fue un problema para el señor Presidente. La televisión siempre lo ayudó y jamás sintió un complejo al ver a sus adversarios con un porte más definido, un poco más de barba o una posición de víctima electoral a la hora de capturar la atención, No somos nosotros, decían, no invitaremos al electorado a votar nunca más, pero le haremos recuerdo que siempre estaremos ahí cuando quieran quejarse del gobierno que les toque. Simplemente nos cerraremos, no abriremos la boca, pero eso sí, aclaraban la voz para que algunos volcaran a verlos, siempre estaremos acá –sí, repetían lo mismo- para darles la razón en todo. El señor Presidente no evitaba reírse, tal vez en un acto de soberbia colosal, pero, más que nada, en un acto de gracia; siempre supo que parte del electorado que votaba por él en realidad pertenecía a ese circo que se hacía llamar Partido Republicano de Liberación y que su único objetivo, a pesar de estar en sus cierres de campaña y que vestían camisetas con su rostro, era sacar información, congeniar, sonreír de vez en cuando y, luego de que el señor Presidente les haya brindado toda su confianza, su lealtad en contrapartida, los del Partido simplemente se iban con el verdadero jefe, el que atendía todas las llamadas, el que también tenía sus contactos en otros partidos; su nombre en clave siempre fue Luz. Otros lo llamaban Pedazo. Los novatos se limitaban a contactar a alguien que lo conociese. Inclusive cuando Luz, Pedazo, o como quieran llamarlo los había traicionado, el rebaño volvía obediente. Alguna gracia debe tener, decía el señor Presidente, pero honestidad no es. Y es que el rebaño pastaba donde quería, encontraba adeptos y simplemente el movimiento se hacía más grande.
El avión despegó de la pista y el grupo entró en el Hall improvisado del aeropuerto. El señor Presidente no se movió cuando escuchó la puerta abrirse, ni cuando su vocero le anunció, Pedazo está acá, Señor, junto a un acompañante, Diles que pasen, pero que se quiten los zapatos. Una débil sombra en la pared hizo notar que el señor Presidente hizo una mueca.
Pedazo y su acompañante entraron sin golpear. Sin más, el señor Presidente se paró, se quitó también los zapatos, seguido de las medias, el pantalón, la corbata, el saco, la camisa y finalmente, los lentes de contacto. Su voz, de la cual nunca se escribió, dijo sin vacilar en ninguna palabra, Tomen, para que vistan a mi alma, me voy a descansar.
Al día siguiente, el rebaño estaba confundido y el electorado en sí turbado. Pedazo, Luz o como se lo llamara había entrado en Palacio sin un previo aviso, mientras que, como noticia principal, el señor Presidente salía de él con un pantalón jean y una camisa a cuadros. Cuando los periodistas se le acercaron, él pidió que se le hiciera una sola pregunta. Quien acompañó a Pedazo fue quién se adelantó a los demás, Por qué lo hizo, Por amor.
Noé Caballero
Relacionado con: Historia
La Cita
lunes, mayo 12, 2008
Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que me cuidara de añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser vista aún por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de tal tetera se afirmara en libros antiguos, si se la enseñara cada domingo como verdad sagrada, si se la instalara en la mente de los niños en la escuela, la vacilación para creer en su existencia sería un signo de excentricidad, y quien dudara ameritaría la atención de un psiquiatra en un tiempo iluminado, o la del inquisidor en tiempos anteriores.
Bertrand Russell
Relacionado con: Cita
A veces
Es inevitable
que caídas las gotas de la ira
y el perdón esté sobre nuestras cabezas
no se acuerden de hablar sobre nosotros.
Es imposible
que no hayamos pensado
en fugarnos
y escondernos tras esa pared invisible.
Pase lo que pase
digan lo que digan
pese a quien le pese
destruyamos lo que destruyamos.
A veces
queremos
entendemos
y retrocedemos.
A veces
lo sentimos
lo asimilamos
y entonces actuamos.
En contra de quién nos dijo
que era cosa prohibida
la palabra cariño y el prefijo
-a- no es correcta en mi regla establecida.
Porque de amistad
mistad en mitad podemos entender
y -a- es quien une a las partes
de quienes englobamos la fraternidad.
Porque amor
mor en Mi Orden Real podemos entender
y -a- es quien une las realidades
de quienes en realidad conjugan su destino.
Para escribirlo juntos.
Relacionado con: Amistad
Al segundo piso
Enfrentamos
como rutina
la misericordiosa marcha del reloj
entre risas y profundidades.
Quiero verte, sí
pero viendo más allá de un simple saludo
una simple afirmación o un simple gesto
quiero verte, sí, como te veo desde que tenemos ojos.
Cambiarte
cambiarte el pensamiento
para buscar una cabida
entre tanta idea tuya y mia
y que juntas sean una sola.
Cambiarte
cambiarte no sirve, no funcionaría
más bien cámbiame tú
que puedes más que mover las estrellas
que puedes más que juzgarme como lo haces ahora.
Intentos artificiales
que fracasan sin tener objetivo
que buscan algo que ni siquiera se puede encontrar
que teniendo dirección no encuentran puerta
porque la casa está en anticrético.
Que tu sabiduría
llegue al segundo piso
para que en el tercero se escuche el eco de tu voz
y en el cuarto clamen por silencio
ante la felicidad de tus retazos abajo.
Mírame
que tengo mucho que decirte
mucho que contarte
pero poco que ofrecer.
Sólo tengo
estas letras
que son veintisiete o ventiseis
la caballerosidad al extremo
y un corazón a la mitad, pero completo.
Ocúpalo que es tuyo
que tu sabiduría se extienda
al segundo piso
que busque en las escaleras de auxilio
la fortuna de chocar con un completo extraño
y que este te muestre las otras escaleras
las que llevan de aquí hacia arriba en un suspiro.
Las alas que siempre te veo
pero que no encuentro cuando no miras...
Relacionado con: Angel
Canción
La Máquina De Hacer Pájaros - Como Mata el Viento Norte
Como mata el viento norte
cuando agosto está en el día,
y el espacio nuestros cuerpos ilumina.
Un mendigo muestra joyas
a los ciegos de la esquina,
y un cachorro del señor nos alucina.
Háblame solo
de nubes y sal,
no quiero saber nada
con la miseria del mundo hoy.
Hoy es un buen día
hay algo en paz,
la tierra es nuestra hermana.
(Los asesinos son los demás)
Marte no cede,
al poder del sol.
Venus nos enamora,
la Luna sabe de su atracción.
Mientras nosotros
morimos aquí,
con los ojos cerrados
no vemos más que nuestra nariz.
Como mata el viento norte
cuando agosto está en el día
y el espacio nustros cuerpos ilumina.
Señor noche, se mi cuna,
señor noche, se mi día.
Mi pequeña almita baila
de alegría, de alegría.
Historia con Etiqueta (2)
martes, mayo 06, 2008
Llegó un día de esos extraños en los que te escribí un poema, interesante, armadito, sin métrica, verso libre y todas aquellas características que te invitan a descubrir el secreto que encierran las líneas de palabras, traspapeladas junto con sentimientos y algunas acciones que se tomaron o se tomarán más adelante. Recuerdo perfectamente lo que decía, dado que, después de que lo leíste, me miraste asombrada, dijiste Bonito, como siempre haces, arrugaste la hoja y te fuiste. Desde ese día contabilizo los seis meses en los que no nos hemos vuelto a ver. Creo que, al calor de esta pequeña vela y de la humedad que está generando en mi vaso el vapor del guiso recién cocinado, es buen momento, en tu honor, recordar aquel escrito que, por tu cualidad interpretativa de destrucción masiva pasó por una misiva arrolladora, casi ofensiva, lo que debió ser una hoja de papel con ideas entrelazadas con adjetivos.
A pesar que ahora me dices que me quieres, tengo miedo, tal vez por ahora/Por qué… déjame explicártelo…
Tal vez no me entiendas, a pesar que sonríes a todas las palabras que te digo/Me gusta todo de ti, pero el miedo me derrumba/Muchos pensamientos me nublan la visión que tengo sobre ti/Aún así, continuas sonriéndome, y a eso, sólo puedo agradecerte infinitamente/Aún tienes un espíritu inocente/No lo sé, pero todo es muy difícil para mí…
Este mundo cambiará, estoy seguro, así como también lo harán nuestros pensamientos/¿No ves que sólo hay cosas difíciles entre nosotros?/A veces evito mirarte tus hermosos ojos…/¿No lo has sentido? Eso sí, no pienses nunca que es porque ya no te quiero…
Desde que comencé a verte, las preocupaciones han poblado mi cabeza/Desde que comencé a quererte, sólo suspiro cuando pienso en ti/Tus hermosos ojos me hacen sentir tan feliz/Cuando tomo tus manos, comienzo a soñar que sueño/Cuando me besaste en la mejilla aquella vez/Sentí que todo el mundo me pertenecía/Sólo quería tenerte cerca mío, quererte/Pero en este mundo…
Cita
lunes, mayo 05, 2008
De nada sirve un hombre si no tiene una causa para morir reservada en lo más recóndito de su corazón.
Relacionado con: Cita
Sobre los Días Buenos... (II)
viernes, mayo 02, 2008
Sonreir.
Hoy fue un Día bueno.
Podemos agregarle la pizca de un nuevo horizonte, una respuesta, una brisa, un calor, una palabra, un sentmiento.
Una esperanza.
Y un abrazo.
Relacionado con: No-Rutina
Canción
The Red Jumpsuit Apparatus - Your Guardian Angel
When I see your smile
Tears run down my face I can't replace
And now that I'm stronger I've figured out
How this world turns cold and breaks through my soul
And I know I'll find deep inside me I can be the one
I will never let you fall
I'll stand up with you forever
I'll be there for you through it all
Even if saving you sends me to heaven
It's ok. It's ok. It's ok.
Seasons are changing
And waves are crashing
And stars are falling all for us
Days grow longer and nights grow shorter
I can show you I'll be the one
I will never let you fall
I'll stand up with you forever
I'll be there for you through it all
Even if saving you sends me to heaven
Cuz you're my, you're my, my true love, my whole heart
Please don't throw that away
Cuz I'm here for you
Please don't walk away,
Please tell me you'll stay, stay
Use me as you will
Pull my strings just for a thrill
And I know I'll be ok
Though my skies are turning gray
I will never let you fall
I'll stand up with you forever
I'll be there for you through it all
Even if saving you sends me to heaven
Carga
Déjame por una vez
soportar tu carga
entender lo que no te dá la gana entender
buscar el camino de vuelta a casa.
Permíteme sugerir
alivianar tu carga
aunque no quieras
buscarle respuesta a esa pregunta
que no quieres preguntar.
Sólo intento decir
que sí existo, y es para tí
aunque respirar sea poca prueba
de que moverme puedo al fin.
Escucha
no te dejaré ir
ni me dejarás escapar
porque esta historia está comenzando
justo donde la otra debió terminar.
Y si juego con las palabras
es porque lo único que pude traer de arriba
aparte del deseo
es esta manía de quererte tanto.
Y el antes y el ahora
pueden compararse con una cosa
que en todo aquello que se difiere
se termina afilando la sierra.
Para cada día cortar
con lo que queda de tus dudas
lo que me queda de paciencia
para mandar al carajo a la timidez
Y hacer de tu silencio la más bonita de las melodías...
Relacionado con: Alma
Quién Imaginar Puede que Día
jueves, mayo 01, 2008
Ataques frontales del cielo
esperan la respuesta
de quien en sus manos tiene
la verdadera faceta oculta de la alegría
Quién imaginar
Puede que día
Algún nosotros enamorarnos
Llegaríamos a sorpresivamente
Quién osa ordenar
las palabras mal ordenadas
para darle un sentido
a esto que nace de alguna parte de tus alas
Quién intenta decir
que es imposible y macabro todo esto
quién intenta sospechar
es quién averigua la verdad
Quién se rie y comprende
es quien en silencio apoya
quién pasa de largo y calla
es quien se rie y comprende
Quien Antes intentaba luchar
jamás llegó a Necesitar auxilio
ahora que Gustos cambian en continuo azar
en el cielo pinta el Emblema de la felicidad.
Quien Lamenta lo pasado
jamás encontrará a quien Ame realmente la lucha.
De sentirse feliz sin ser manipulado por el viento...
Sobre los Entredichos (II)
Es casi imposible entender, pero sí sentir, tal vez, la hora en que te quieren vender gato por liebre. Saber que en una afirmación comparativa, rescatando puntos que no vienen al caso, se intenta hacerle notar a una persona que está equivocada o que simplemente no está de acuerdo de una manera burlezca y adoptando el papel de vítcima, sencillamente no funciona.
Porque cuando se dice algo que de alguna manera afecta al proceder de alguien, no es porque quiera lastimarlo o hacerlo sentir menos, si no porque quiere hacerle notar con todo el cariño que está equivocado. Qué sucede entonces, si la conversación se maneja en ese nivel y de palabra a otra la persona aludida cree que el mundo está en sus manos y ataca por doquier.
Si eso es válido entonces, dónde queda la amistad.
Un abrazo.
Relacionado con: No-Rutina
Imagen
Una imagen que encontré en el flog de un amigo.
Flog de Alssus
Interesante.
Un abrazo.
Relacionado con: Imagen