Leyenda

viernes, mayo 30, 2008

Las leyendas personales son buenas a veces. Te ayudan a creer que lo puedes todo y que todo es sencillo. Las enseñanzas que te dejan, los recuerdos que conservas y todo aquello que ahora consideras perdido, estará ahí por siempre, aunque siempre no implique un tiempo presente.

Cuenta una historia, que cuatro personas, dos ajenas y dos mutuas, desde cualquier punto de vista posible, se encontraron en una dimensión diferenciada por las costumbres; ellos, intentando ser ellos y ellas, queriendo ser ellos. Al final terminaron siendo dos Nosotros. Demasiado comentados, demasiado perseguidos, pero Nosotros al fin y al cabo.

La costumbre, como el ocio, es la madre de todas las perdiciones. Tal vez, y sólo tal vez, el tedio de amarse todos los días fue el detonante clásico de la ruptura, aunque, ambos bandos, los desconocidos y los no ajenos, sabían que el fin llegaría tarde o temprano, como en toda historia romántica. Algún día la vela se tiene que apagar.

Sin embargo...

Sin embargo, sabemos que los cuatro, en algún momento del día, en un momento de locura, se recuerdan, con odio, pasión, venganza, ternura, rencor, cualquiera. Viven y no dejan vivir.

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