Tenemos derecho a ciertas licencias a la hora de decir la verdad. Por una parte, el subjetivismo está de nuestro lado, como un parásito, o tal vez como un aliado oculto; es como el angelito -o demonio- que habla en las caricaturas anglosajonas cuando el personaje se encuentra ante un dilema. Lástima que no hable, porque somos nosotros mismos los que le damos voz.
Así como decir la verdad, tenemos ciertas licencias para recordar. Por una parte, luego de hablar sobre la verdad y sus dimensiones -en escasas cuatro líneas-, un recuerdo es la representación gráfica de la verdad y podemos adoptar las licencias de esta. Claro, el subjetivismo, con el pasar del tiempo, se encarga de matar los recuerdos para volverlos algo así como una masa pastosa de momentos felices. Eso sí, depende de cada uno que ese complemento 'tiempo' se alargue o se acorte.
Una licencia, de mis favoritas, es la memoria escrita. Tengo notitas de momentos gratos y non-gratos -así como los países tienen sus listas de Recaudadores, Acreedores y Non-Gratos- pegadas por todo mi cuarto, estudio, salón; entre otras cosas, vivo enterrado de papeles. Si hacemos un silogismo mental... vivo enterrado de recuerdos. Aunque eso no quiere decir que me hunda en ellos. Simplemente estan ahí, esperando un movimiento de la mano para ser recordados.
Hoy por ejemplo, el presidente de este país cumple tres años de gobierno, en medio de todo un jolgorio por cierres de campaña de un proceso que no interesa en estas líneas.
Pero eso lo recordé por otra cosa más importante. Al parecer, mi beeper de fechas señala hoy un aniversario muy especial. Es algo así como la primera cita, el primer beso y esas cosas -leer 'esas cosas' sin el tono impersonal que aparentan esas palabras-. Tengo aca un boceto de la escena -un libro, unos exámenes y una banca protegida por dos palmeras y un techo de madera-.
Los recuerdos no son justificados, a veces. Ciertas ocasiones entran como un escalofrío por la espina para reposarse en la punta de las pestañas; otras, su intromisión es tan fea como una patada en el estómago y otras... otras son por ósmosis. Es decir, entran cuando hacen falta...
Lamentablemente, cuando pasan cosas, como la de hoy, me limito a sonreír y hacer ' =) ' con la cara.
Y usar otra de las licencias que me doy el lujo de utilizar a la hora de recordar.
Dejar de hacerlo.
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