Tenía que suceder alguna vez;
me muero de la nostalgia.
Tengo que confesar que la pena que oprime este pecho
que también fue suyo
no es ajena como las circunstancias
es tan propia como los errores.
Tenía que decírselo de alguna manera;
la extraño profundamente.
No quiero morirme de melancolía
desangrándome de recuerdos mientras pueda respirar
no quiero presenciar mi propia decadencia
peor aún con un futuro por venir y un presente qué vivir.
Tenía que desquitarme con alguien
y Dios se ofreció de voluntario
le dije que se sabía la historia de memoria
le dije que no se molestara por cosas tan pequeñas.
Tenía que contárselo a alguien
y escogí a esa soledad que aparenta ser sombra
cuando en realidad es luz
que aparenta ser risa
cuando es mueca.
Tengo esa manía de olvidarme de mis pelos
de olvidarme que existen mis uñas
pero no puedo olvidarme fechas, números, frases enteras
no puedo dejar de citarme a mí mismo diciendo
Esto no se ha terminado.
La dejadez propia de un llanero
el aliento de un gentil del trópico
el cutis de un yeti
la barba que nunca se afeitó.
Tengo esa costumbre;
esa costumbre de engañarme a mi mismo
de decir que todo esta mal para inspirarme
de decir que han ocurrido las cosas más trágicas
para animarme a decir la verdad.
Tengo la música que me acompaña
el desvelo que no me deja soñar
las noches que ahora son mis días mientras transcurren las horas
mi elixir para vivir
para vivir, mi elixir
no cerrar un ojo mientras los fantasmas se aparezcan tras las paredes
reclamando mi descanso para poder ir al baño sin tener vergüenza.
Las mantas, mis almohadas, mis amantes furtivas
mi cama, sus especias, los trofeos que la coronan
esa hebilla;
ese olor que nunca se va
esa piel que besé con devoción
esos ojos que se volvieron los íconos...
De mi religión.
Esquelas, libros
todo en un cajón, esperando el fin del mes para respirar;
ahora digital, basta con apretar un botón
para recordar quién era mientras estaba contigo
ahora análogo, la patología del recuerdo
el tacto, los tonos sepia
esa rugosidad característica de lo viejo;
la tiene mi abuela y mis sentimientos
hoy tan ofuscados por otras memorias, menos prácticas
pero más útiles.
Tengo derechos
defiendo mis ideas
pero no tengo con quién cantar victorias
sólo está mi Dios, está mi orgullo
está esa foto vieja que se tomó sin pensar en un futuro...
sin pensar en un futuro.
Han pasado más de diez minas por este portaminas
redundancia característica de un portador;
han pasado más de diez días por este relato, esta maduración
redundancia catastrófica de un portador.
Han pasado diez lunas sin saber
qué pasa si un día el sol se oculta del otro lado
qué pasa si de un carajazo mando a volar al que soy
para sentarlo en tierra y declinar de esta posición.
Tenía que pasar algún día.
Es inevitable.
Pero es hora de continuar.
Tenía que suceder alguna vez;
me muero de la nostalgia...
me muero de la nostalgia...
...
2 aportaciones:
El principio me PARTIÓ EL CORAZÓN, es anecdótico, lo puedo tomar como mío... cuando eso pasa yo puedo decir que el poema es UN ÉXITO.
Está bien sentir los espasmos, aunque sean tan sólo espasmos que después se camuflan entre los sentimientos habituales que normalmente no son tan dulces, ni tan benévolos con el pasado.
Los espasmos son precisamente los que te llevan a hacer locuras, y a la más loca de todas las locuras a mi parecer... PERDONAR.
yo vivo de espasmos, gracias por estar ahi cuando los sufro, Caballero!
beso, gran poema, aunque al final se me hizo impersonal, pero el principio MATA MATA
volviste!
Rigelira Libelo (mundo flog, mundo blog, mundo faceeee???)
Tengo esa costumbre; esa costumbre de engañarme a mí misma para lograr inspirarme... ja!
Qué bueno está! No sé si será tuyo pero felicito a su autor...
Que estés bien!
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