Pusieron una mesa de cristal entre los dos, una tasa de café para ti y una botella de gaseosa para mí. Para variar un poco el asunto, nos presentaron a ti y a mí -suena a poesía, pero fue un encuentro totalmente casual-; sonreíste y te miré un poco exaltado.
Simpática.
Cuando levantamos las bebidas, no sabía si decirte Salud, Brindemos, o alguna otra palabra.
Espero no haya pensado que mi silencio fuera algo malo.
Porque su silencio generó expectativa.
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