Érase

Érase una vez un pueblo de tejados con jardines
de parqueos infinitos
de damas de poca ocupación.

Érase un pueblo de climas eternos
de sequías rondantes
de caballeros sin pasado.

Érase un pueblo de flores nocturnas
de animales prófugos
de personas ligadas a su destino.

Érase la visita de una pareja al pueblo
ella, bella como ninguna
él, dependiente.

Érase la caminata de la pareja en el pueblo
ella, como ninguna
él, siguiéndola.

Érase la comida de la pareja en el pueblo
ella, más deliciosa que el café
él, apreciando su aroma.

Érase la salida de la pareja del pueblo
en un mar de silencio
en una espera infinita.

Érase los días después del pueblo
de él, del pueblo, no quedó nada.

De ellos,
lo que debe quedar.

Amor.