24 de Diciembre

viernes, diciembre 24, 2010

Hoy, noche con algo de lluvia y sin nubes, adornada con estrellas y algunas pelusas peregrinas, estoy sentado acá, pensando en todos ustedes.

Algo huele muy bien abajo, mientras que aquí, en el segundo piso, los Beatles me hacen compañía. Estoy solo como lo he estado muchas veces, escuchando a Lennon decir Soy libre como un ave, es lo mejor que se puede ser, mientras que McCartney remata con ¿Podemos realmente vivir el uno sin el otro?. Sé que la cena estará deliciosa, pero no llenará mi corazón del todo.

Quiero comunicar las buenas nuevas a todos; no, no es un mensaje sobre el Fin de los Días, ni tampoco es una propaganda para alguna película; al contrario, es el descubrimiento más maravilloso de la década -de esta que se va, tal vez, o tal vez de la que venga, o las que estén por venir-.

El amor debe estar sobre todas las cosas.

Debe estar sobre el egoísmo, que es un amor vendido a menos.

Debe estar sobre los excesos, que son amores sin rumbo.

Debe estar sobre la codicia, que es un amor que nunca será correspondido.

Debe estar sobre los caprichos, que son amores codiciosos.

El amor debe estar sobre todas las cosas.

Debemos aprender a amar; no es una tarea mecánica o que se domina con el tiempo. Debemos aprender, y con el mejor Maestro.

Aquel Maestro que lo sabe todo acerca de ti, pero le encanta que se lo cuentes personalmente.

Aquel Maestro que sin importar que tan mal hagas la lección, tiene la paciencia de su Padre para enseñarte una y otra vez.

Aquel Maestro que no se callará nada a la hora de corregirte, pero que se deshará en halagos cuando lo hagas bien.

Jesús estará ahí para ti, siempre que lo necesites; sobre todas las cosas, también.

Ama! Siempre!

Ama con todo tu corazón!

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